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MURAMASA Y EL MITO DE LAS ESPADAS ENDEMONIADAS”

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"MURAMASA Y EL MITO DE LAS ESPADAS ENDEMONIADAS” 



Las espadas forjadas por “Muramasa Sengo” 千子 村正, fueron muy reconocidas en su época; era Muromachi 室町時代 (Siglos XIV al XVI), siendo el periodo activo de Muramasa entre el 1500 al 1540, sin embargo según leyendas de la época se decía que llegó a vivir hasta por 100 años.
Las espadas forjadas por Muramasa son piezas formidables; por tener una magnifica habilidad de corte, de las mejores de su época, con una calidad y atributos artísticos tales como su Ha-mon (línea de temple) y se destacan por ser en resumen, excelentes piezas y perfecto ejemplo de una “Nihonto”.
Muramasa Sengo fue el forjador de su propia escuela en la forja de espadas en la provincia de Ise en el año 1501, durante la era Muromachi, según registros. 


 Según relatos y registros de la época se dice que el Shogun Tokukawa Ieyasu perdió muchos amigos y conocidos a causa del infalible filo de las Muramasa. De hecho su padre el señor Matsudaira Hirotada, así como su abuelo Matsudaira Kiyoyasu, ambos cayeron por el filo del acero de Muramasa y se dice que de hecho, él mismo sufrió una herida considerable con una de ellas.
El Shogún decretó que todas las hojas Muramasa deberían ser confiscadas y destruidas de inmediato por ser creaciones malignas que solo atraían la muerte y desolación, sin embargo, lejos de todo mito, esto solo reflejaba el gran dolor por hechos pasados y la gran habilidad de las hojas en sí.
Por estas razones, y debido a este estigma el propio Shogun prohibió la proliferación de las hojas de Muramasa, llamándoles “Espadas Endemoniadas”, por lo que los opositores al régimen se interesaron aún más por adquirirlas y ser dueños de las piezas que todavía existían.


En la época, también corrió el mito en la época de que estas espadas tenían una maldición:
“Una vez que una Muramasa era desenvainada,
tenía que correr sangre por su hoja antes de volver a la saya,llegando hasta el punto que el propio portador debía herirse así mismo o cometer Sepukku”
Sin embargo, hubo algunos conocedores que al reconocer la gran calidad de éstas hojas, decidieron desobedecer la orden del Shogun y continuaron poseyéndolas.
El caso más reconocido sobre ello, fue cuando el Magistrado de Nagasaki en el año 1634 descubrió 24 piezas forjadas por Muramasa, quien tenía el deber de destruirlas por órden del propio Shogun, sin embargo para evitar su evidente condena y consecuente destrucción de las hojas, en todas éstas el “Mei” o firma fue cambiado o alterado, con el fin de que pasaran desapercibidas o fuesen tomadas por piezas de algún otro herrero, por lo cual ahora se cuentan más de 32 seudo firmas atribuidas a las genuinas Muramasa (en distintas piezas), por lo cual aún hoy en día es difícil poder identificarlas con plena certeza.


  Debido a una historia evidentemente alterada a favor del vencedor, un odio infundado y la ignorancia de muchos, se tomó durante mucho tiempo a las Muramasa como hojas malditas que tenían que ser prohibidas y destruidas, pero lejos de toda leyenda o mito, se puede ver que son hojas de gran estética y excelente calidad con una innegable y magnífica habilidad de corte.


Actualmente las piezas de Muramasa están consideradas como Obras Maestras y se encuentran en más destacados Museos del Japón con la calidad de “Tesoros Nacionales” (Kokuho).

村正 Muramasa


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